miércoles, 22 de septiembre de 2010

De lo que la (Teoría de la) Literatura puede.

-Che, dale empecemos, decime tu tema.
-Arranco boludo, no tengo drama, pero no sé, anoche me quede pensando viste, en esto que hablamos. Anda a saber si el viejo éste no me salta con cualquiera, estoy re cagado.
-Mirá, vos expone ahora. Tranquilo, que capas que al decirlo, no sé, sale algo nuevo, se nos ilumina la Imaginación Radical* (risas) y terminás de saturar tu tema.
-Bueno. A ver, arranco (lo deja de mirar, suelta el mate y agarra las hojas) : “El tema está diagramado como un recorrido, en el que se constatan 4 etapas o instancias. La primera consistirá en la exposición/explicación de dos conceptos de la Teoría Psicoanalítica, el de Proyección de Sigmund Freud y el de Forclusión de Jaques Lacan. En la segunda etapa se tratará de realizar una instrumentalización y/o ejemplificación de estos dos conceptos basándose en la lectura de “Cosmética del Enemigo” de Amélie Nothomb (novela francesa, del año 2001). Este escrito es el resultado del encuentro de una teoría, la psicoanalítica, con un relato, el de un sujeto psicótico. El objetivo principal que atraviesa la construcción de este tema es el de ver cómo la teoría psicoanalítica ha influenciado a la producción literaria y/o ejercicio de escritura literaria.”
-Para, para un cacho.
-¿Qué?
-¿No te parece mejor explicar primero todo el quilombo que tuviste que hacer para llegar a trazar así tu tema?
-¿Vos decís?
-Sí, que se yo, queda más copado. Explicamelo ahora dale, así de paso ensayás y me evitás a mi escuchar por novena vez qué es la forclusión (risas).
-Que hinchapelotas. Bueno, a ver (se levanta, suelta las hojas, y empieza a pasearse por la pieza. Se para en un rincón, abre los brazos y empieza a gesticular): Cosmética del enemigo es una novela francesa del año 2001. Una primera característica que se puede subrayar de este texto tiene que ver con la particular arquitectura que presenta su estructura. La novela está escrita en base a un gran diálogo; es una novela dialogada, hay dos personajes que dialogan. Esta estructura es propia del género dramático, del texto teatral, y en donde hay un diálogo, hay confrontación, hay diferencia de criterios…
-Hay Agón.
-Claro. (Sigue) : la novela centra a dos personajes, en un aeropuerto, toda la novela ocurre ahí. Los personajes no son afines, son desconocidos y están obligados a dialogar por la situación de espera. Angust, un hombre de negocios, se encuentra con que su viaje a Barcelona está demorado, y un desconocido le empieza a hablar. Él se niega a la conversación, pero aunque tome una postura negativa como no contestarle, o responderle cortadamente, o taparse los oídos, o fingir leer un libro, éste no puede salirse.
-Qué insoportable.
-Angust termina cediendo y deja que el desconocido hable. Éste le cuenta su vida, eligiendo particularmente para ello los episodios más escabrosos y desagradables. Le cuenta que una vez siendo niño, Textor Texel (así se llama el desconocido) rezó para que un compañero suyo de clase por el que sentía envidia se muriese y, al fin, acabó muriéndose. Le cuenta además que desde muy chico es huérfano, que lo criaron sus abuelos, que se tuvo que dedicar a mantener a muchos gatos que tenían en la casa, dándoles de comer, una actividad que le repugnaba; y cuenta además cómo una vez una energía que el no pudo controlar
-Es decir, un impulso externo a él.
-Claro, cuenta cómo una energía externa lo empujó a empezar a comer esa comida para gatos. Un acto que hizo que se odiara a sí mismo porque no podía controlarse a si mismo, decía que tenía un enemigo interior que lo llevaba a cometer esos actos. Luego narra cómo en un cementerio viola a una desconocida y cómo se enamora de ella. La persigue durante 10 años, y al encontrarla la mata.
-Bueno, te fuiste al carajo, al final no me explicaste nada cómo llegaste a Lacan.
-Sí, soy una verga. La cosa es así: al final de la novela el lector se da cuenta que Textor texel, el insoportable, no es más que una alucinación de Angust; y yo pensé -en un primer momento- que Textor Texel era una formación del Inconciente de Angust. Nada que ver, el tipo resultó ser un psicótico y no un sujeto neurótico.(agarra una hoja y lee): “Cabe aclarar que en una primera instancia del armado del tema, se intentó construir una lectura de la novela en base a categorías como Inconsciente, Represión y Trauma; sin embargo, al darme cuenta de que el personaje de la novela se construía como un sujeto psicótico y no como un sujeto neurótico o un sujeto que presentase un aparato psíquico normal, las categorías antes mencionadas resultaban insuficientes/inapropiadas para construir una lectura adecuada de la novela y –por consiguiente - la instrumentalización que me propuse iba a resultar errónea”.
-Ah, claro. Ahora entiendo.
-Pero tengo un cagazo bárbaro; tengo miedo de que me salte con que hice psicología de los personajes y esas cosas.
-Ah. Bueno, impersonaliza tu discurso, agarrá y decí “acá se puede ejemplificar el fenómeno o el sujeto de la psicosis” y no digas “el personaje es un psicótico”. ¿Entendes?
-Claro.
-…
-…
-Che, me quede pensando viste, en eso que dijiste de la estructura particular de Cosmética del enemigo. Me envió a El beso de la Mujer Araña. Me hizo acordar viste.
-¿Por? No leí esa novela.
- Esa novela presenta, a nivel estructural, muchas similitudes a la novela francesa. También es una novela dialogada, que centra a dos personajes en una cárcel, un decorador de vidrieras y homosexual (Luis Molina) y un ideólogo y aspirante a revolucionario (Valentín Arregui Paz). Por diferentes motivos (Molina por corrupción de menores y Valentín por sus ideales políticos) los dos personajes se encuentran encerrados en un no lugar, tal y como Angust y Textor Texel, que se encuentran atrapados en el aeropuerto. A lo largo del argumento, Valentín y Molina van tejiendo un texto (una telaraña simbólica) cargada de digresiones, envíos a otros textos, películas, subjetividades ajenas, tópicos. Es el encuentro dialógico (polifónico si querés) ** entre dos sujetos.
-Claro, la paradoja en Cosmética del enemigo es que Angust se está disputando no con otro sujeto, sino consigo mismo.
-Exacto. Los dos textos están como diagramados, como ordenados a partir de una misma arquitectura literaria. Los átomos formales que construyen la génesis del tejido de los dos textos son similares.
-Uh, me concatenaste muchas subordinadas juntas (risas). Che, para, me hiciste acordar a Foucault.
-¿Focault?
-Sí, venís hablando de cierta arquitectura similar, de un cierto ordenamiento particular; y me enviaste a Las Palabras y Las Cosas.
- A ver.
- Foucault se pregunta y se repregunta sobre la base y el orden que presenta nuestro discurso (nuestros discursos, nuestro lenguaje y mundo material), del por qué está ordenado así. Y sin adentrarnos mucho en su teoría arqueológica, podemos extraer dos tipos diferentes de órdenes descriptos en su texto: el de las utopías y el de las heterotopías. El segundo se podría definir sencillamente como aquel espacio heterogéneo, inestable, ausente de lugar común y carente de un orden sincronizado. Foucault se sirve de un texto de Borges, El idioma analítico de John Wilkins, para ejemplificar este espacio heterotópico. Focault, con este concepto, va a plantear que la literatura, como espacio concretizador, puede construir lugares, órdenes, que en otros discursos o manifestaciones no se podrían.
-Lo que la literatura puede.
-Exacto. Pero por otro lado, y es ahí a donde me importa llegar, los lugares (o textos utópicos) son aquellos espacios homogéneos, estables, sincronizados; son aquellos textos que concretizan sus elementos en un lugar común. Si traficamos este concepto para explicar la similitud estructural entre Cosmética del Enemigo y El Beso de la Mujer Araña, podríamos decir que están organizados bajo un mismo orden, el utópico.
-Así planteado parece que acabas de hacer una lectura deslumbrante de los dos textos, pero sólo dijiste lo mismo pensado desde Foucault.
-Exacto, parece que vas a entendiendo los mecanismos de la Teoría y Crítica Literaria.
-Los entendí cuando vi El Artista.
-¿La película? Es buenísima.

(La charla se prolonga durante varios mates más, por cuestiones de economía bloggeriana, le doy el punto y aparte acá).


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*Imaginación radical (Castoriadis): capacidad de la psique de crear un flujo constante de representaciones, deseos y afectos. Es radical, en tanto es fuente de creación. Esta noción se diferencia de toda idea de la Imaginación como señuelo, engaño, etc., para acentuar la poiesis, la creación.

**Dialogismo (Bajtín): cualidad especialmente destacada en los discursos novelísticos por la cual éstos resultan de la interacción de múltiples voces, con ciencias, puntos de vista y registros lingüísticos diferentes.

jueves, 16 de septiembre de 2010

Sobre como Bruno G. demostró finalmente que la poesía no existe

Ariel Schettini en su magnífico libro “El tesoro de la lengua. Una historia latinoamericana del yo”1 dice que “un poema existe cuando genera un sentimiento de verdad”. Qué es “un sentimiento de verdad”? es difícil de definirlo, de ponerlo en palabras, más porque es una noción muy personal y subjetiva. Probablemente sea algo cercano a enamorarse. Y yo me he enamorado de cuentos, novelas, canciones, discos y películas. Pero rara vez un poema me ha generado algo parecido a ese jouissance barthesiano.

No demos más vueltas: la poesía es sin lugar a duda la más sobrevalorada y pretenciosa de todas las manifestaciones artísticas (arriba inclusive que las “instalaciones” y el videoarte), y solo en muy raros y excepcionales momentos puede lograr una auténtica y genuina emoción.

La poesía sólo puede aspirar como máximo a la creación de algunas imágenes bonitas (frase que sospecho robé a alguien hace mucho tiempo -¿a Borges tal vez?- pero al no encontrar el responsable he terminado por apropiármela –la monologuice diría Bajtin), alguna frase interesante o lograr a través de la innovación formal reírse, parodiar o dinamitar al “género” en si.

Entonces siguiendo la lógica schettiniana: la poesía (para mi) no existe.

Pero.

Tampoco quiero ser tan apocalíptico y absoluto. Sólo voy a decir si ocurriese uno de esos finesdelmundo/dictaduras que imaginaba Roland Barthes y habría que armar un canon o corpus de lo más excelso de la poesía, probablemente, y con esfuerzo, podría rescatar cerca de unos cincuenta “buenos poemas” en dos mil quinientos años de historia. Mientras que si tuviera que realizar la misma operación con novelas o películas el fin del mundo me agarraría en ojotas, tirado en el suelo todavía armando la novena versión de la lista.

Fernando Pessoa tiene un poema que dice: “El binomio de Newton es tan bello como la venus de Milo, Lo que pasa es que hay poca gente que se dé cuenta de ello” (por favor omitan de mencionar mi incoherencia/ironía de hablar en contra de la poesía usando un poema como ejemplo). Siguiendo su lógica y transgiversando un poco sus palabras, estoy convencido de que hay tanta (o más) belleza en Derrida hablando sobre Baudelaire o en Borges sobre Valery, que en los propios Baudelaire y Valery.

Recuperemos entonces la enseñanza del maestro zen2 del día de hoy:

La literatura será en prosa o no será.


El Kraken ha hablado. Hasta la próxima.




1
No lo leí en realidad. Importa?


2
Esto es de Gastaldello. Lo sé.


PD: Este texto iba a ser sobre un poema de Samuel Beckett, pero como el texto me quedó tan pero tan extremo, la inclusión de un par de líneas simpaticonas del irlandés sólo podian dejar en evidencia la mediocridad de incluso uno de los más grandes (y Beckett me cae bien para dejarlo tan mal parado).

PD2: No uso ojotas, pero la escena era mucho más gráfica así.

PD3: El presente texto fue hecho con la intención de hacer enojar a la artista anteriormente conocida como Bubulina. Creo que lo logré.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Todos los caminos conducen a Irlanda

Dizziness. Imán Maleki, pintor iraní.
Imaginemos por un momento que las novelas son mapas… claro, mapas: esos grandes planos –más o menos de papel; más o menos plastificados; más o menos digitalizados– que se pretenden (al igual que el realismo) una fiel representación del mundo.

Un punto en la superficie marca el lugar exacto dónde se levantan metrópolis, ciudades, pueblos, puebluchos y caseríos, mientras que grandes espacios en blanco ilustran la vastedad que existe entre todos los puntos. A veces los mapas también tienen líneas (rutas) que marcan la vinculación entre los puntos y así nos sugieren un recorrido, nos indican el camino (los caminos) a seguir. Cada quien puede elegir tomarlos… o evitarlos. Muchas veces, incluso, las sendas están diferenciadas: anchas autopistas que nos conducen rápido al lugar de destino; rutas que prometen un fácil acceso, pero susceptibles de verse congestionadas por cantidades inimaginables de súbditos del G.H. (Gran Hugo); u olvidados caminos rurales, rotos, desparejos, llenos de piedra que amenazan al parabrisas en cada maniobra… pero que al final de la travesía dejarán como recompensa el grandioso recuerdo de la aventura. (N. del R.: sabrán nuestros inteligentes lectores establecer la apropiada comparación entre los tipos de caminos y las formas de lectura)

Ahora imaginemos que tomamos el mapa entre nuestras manos, y comenzamos a mirarlo (leerlo), a escrutarlo, a estudiarlo. Sin embargo, aún sentimos que algo nos hace falta. Pronto lo sabemos, lo que nos falta, lo que no alcanzamos a ver todavía es un elemento fundamental del viaje... indispensable: un destino. Así estamos, pensando, cuando un paisano, un hombre del pueblo se acerca amablemente y nos dice:

– Disculpe, buen hombre, lo noto un poco perdido, ¿podría ayudarlo en algo?
– Por favor, señor... estoy buscando un destino, ¿sabría usted indicarme el camino?

El hombre nos mira, observa el mapa y sin dudar un instante nos señala un punto en el plano.

– Pues hombre, vaya a Irlanda.

Como quién ha cumplido con una tarea largo tiempo postergada, el hombre del pueblo desaparece rápidamente sin dejarnos tiempo siquiera para darle las gracias. Vueltos a nuestra soledad notamos que un pequeño papel a caído a nuestros pies. Es una tarjeta de presentación con sólo dos incripciones garabateadas a mano: J. J. –y abajo– escritor.

De una manera casi igual de enigmática, Samuel Riba, editor jubilado, alcohólico retirado, hikikomori en potencia: el protagonista de la novela de Vila-Matas, es llamado a esa pequeña nación repleta de poetas y católicos violentos que es Irlanda. Suerte de Quijote pos-moderno, su cerebro se le fríe en las horas y horas que pasa frente al monitor de su computadora, haciendo búsquedas inútiles en google (generosa empresa capitalista que soporta este sitio) o  dedica tardes enteras a trollear en blogs desconocidos.
"Quiénes usan google habitualmente pierden la capacidad de realizar lecturas literarias a fondo." 
"Perdónalos, señor, porque no saben lo que dicen".

Continúo. Riba, al igual que Quijano, decide salir a recorrer el mundo (o La Mancha, o Irlanda), sin un destino claro, sin mapas en las manos. Son ambos (hago esta comparación y veo mesnadas cervantinas asomando el horizonte, dispuestas a cortarme la cabeza y clavarla en un pica a la vista de todo el pueblo) dos "locos lindos e inofensivos" que se lanzan a la aventura sin reparo, dos viajeros conscientes de que sus pasos están siendo inscriptos en el mapa. Dos viejos caballeros que se animan a jugar, de pronto convertidos en niños que dicen –nos dicen– "y entonces, digamos que yo era... y que vos eras... y que..."
"Si todo el mundo comprendiera que de repente todo puede ser nuevo a nuestro alrededor, no necesitaríamos ni siquiera perder el tiempo pensando en la muerte."
Allá va Riba a celebrar el funeral de la literatura, allá donde algunos dicen que todo empezó, allá donde las nieblas cubren los acantilados la mayor parte del día, allá donde en las ramas de los árboles cuelgan palabras en vez de frutos, allá donde todo debiera alguna vez llegar a su fin.
"Nunca nadie pudo aportar pruebas de que los difuntos no puedan vernos."
Si eso es cierto, a vos van estas palabras.

sábado, 4 de septiembre de 2010

Autoentrevista a modo de presentación

Mi película favorita:
Mi libro favorito:
Mi comida favorita:
La respuesta a todo eso es “tomates verdes fritos”, no saliendo de la joda esa es una frase que le dice Apu a Manyula, si. hablo de los simpsons!

No sería una forma de presentarme a través de esas preguntas porque no tienen respuestas y además no deberían ser públicas en caso de tenerlas.

Así que no va ninguna presentación ni nada por el estilo, soy uno más entre tantos. “Estudiante” de letras de profesión, peronista de Perón, anarquista por elección y estructuralista por  descuido e ideológicamente oximorónico.

Creo que uno de las mejores definiciones sobre mí las leí en mi libro de epígrafes por antonomasia (El viajero y su sombra del amigo Nietzsche) así que aquí van sus ¿humildes? Palabras.

“Juan Pablo sabía muchas cosas, pero no poseía ciencia alguna; conocía todos los artificios del arte, pero no poseía arte; no encontraba nada insípido, pero no tenía gustos; poseía sentimientos y seriedad, pero cuando quería emplearlos hacía caer sobre ellos un insoportable torrente de lágrimas; tenía también ingenio, pero, desgraciadamente, muy poco para su avidez: por esto desesperaba a sus lectores, precisamente por su falta de ingenio.” (…)

Así que creo que dedicarme a hablar después de eso sería traspasar una frontera que no quiero ni querré traspasar, pero así soy yo, puedo citar a los Simpsons al lado de Nietzsche sin tener reservas, pero eso sí, y en esto soy  irreductible, no les permito bajo ningún pretexto que no sepan volar; no, no iba a eso, iba a que nunca caeré en la bajeza de la industria cultural.

Sin más por decir me despido.

P.S: Reconozco que la presentación es escueta, pesada y sin sentido, pero aprovecho este lugar para dar lugar a una denuncia que me involucra a mí y a la Orden convaleciente y retórica del Kraken. Estamos sufriendo censuras, hay dentro de la hermandad una persona (que no es mi deber delatar con nombre y apellido) que se está encargando de borrar, omitir, “mejorar”, retrasar e incluso apurar algunos posts, este escrito es víctima del último caso. Esta persona, llamémosla Rolando Grania (sin ñ para evitar conflictos legales) me apuró para presentar esta presentación (que el espectro de Marx me haga válida la redundancia), amenazando con echarme y/o cambiarme por otro integrante (algunos sms confirman estos datos).
Sin más por decir me despido, aclarando que este artículo pasará por sus inquisidoras manos, siendo posible objeto de censura, esperemos que su gorilismo explicito no se manifiesta una vez más y que esta cuestión vea la luz de una vez por todas.

JP

viernes, 3 de septiembre de 2010

"La Máquina de Follar" y otros cuentos (Charles Bukowski)

—Bukowski, ¿te apetece un poco de whisky con agua?
—Claro, Harvey, claro.
Fuimos hacia la cocina.
—¿Para qué es la corbata?
—Es que tengo rota la parte de arriba de la cremallera de los pantalones. Y los calzoncillos son demasiado cortos. El final de la corbata cubre la pelambrera apestosa que va encima del pijo.
—Creo que eres el maestro máximo del relato corto moderno. Nadie se aproxima siquiera a ti.
—Claro, Harvey. ¿Dónde está el whisky?

(“La gran boda zen”)


***

Hoy cualquier pibe escribe la palabra “pija” en un cuento o poema y se cree subversivo o vanguardista, como si el mero hecho de acumular escatologiqueces le diera alguna suerte de valor literario a algo. Lo que no entienden estos contrarrevolucionarios de morondanga es que hasta mi abuela usa la palabra pija porque la escuchó en lo de Tinelli. Cuando Bukoswki usaba palabras como “pijas” o frases como “le acabe arriba”, “la bombachita de esa nena me excita”, las viejas pacatas de la época se convulsionaban con el largo del pelo de los Beatles. Lo genial es que en Bukoswki la palabra “pija” (uso “pija” como ejemplo, podría ser cualquier otra) deviene no (sólo) como un agente de provocación sino como un elemento expresivo que le da coherencia a todo un mundo social/político/ideológico. Piensen esta escena hipotética que podría ser propia de los sesenta (o principios de los setenta): un hippie se para frente a un personaje bukoswiano y le entrega una flor acompañado por la máxima “Paz y amor, hermano”. El personaje bukoswiano callado lo observa detenidamente de arriba a abajo y le responde con un contundente “Chupame la pija, pelotudo”. Este improperio, que desencaja al hippie al punto de hacerlo llorar, no está hablando de una supuesta postura reaccionaria de Bukoswki frente a tales ideales, sino de otra cosa, de llevar el pensamiento más allá. De no conformarnos frente a apotegmas vacíos que no nos dicen nada, de cuestionar a hasta lo incuestionable.


***


Me siento envenenado esta noche, meado encima, usado, desgastado hasta el forro. No es solamente la vejez, aunque pueda tener algo que ver. Creo que la multitud, esa multitud, la Humanidad, que siempre me ha resultado difícil de soportar, está ganando finalmente la partida. Creo que el gran problema es que para ellos todo es una repetición de la jugada. No tienen frescura. Ni el más pequeño de los milagros. Se arrastran hacia adelante y me pasan por encima. Si tan sólo, por un día, viera a UNA persona hacer o decir algo que se saliera de lo habitual, me ayudaría a sobrellevar las cosas. Pero están rancios, llenos de mugre. No hay la más mínima elevación. Ojos, orejas, piernas, voces, pero... nada. Se coagulan dentro de sí mismos, se engañan para ir tirando, fingiendo estar vivos.

(“El capitán salió a comer y los marineros tomaron el barco” )


***

Al comienzo de la carrera hay una serie de mandamientos que todo estudiante de letras se ve obligado a aprender como el padrenuestro y que de alguna manera provocan en esos primeros años un sismo en su primitiva configuración lectora. Uno, el principal, es que no se comenta/analiza un libro con una biografía en la mano. “Sobre la relación vida y obra que se ocupen los historiadores (y los redactores de la Ñ)” nos dicen. Y tienen razón. Y por qué digo todo esto? Es que cuando me pongo a leer a Bukoswki me doy cuenta de que no me no hace falta saber datos sobre su vida personal, no me hace falta saber si era un maldito borracho, si vivió en la calle o si le pegaba o no a las mujeres. No hace falta, por que esa suciedad, alcohol, noche, apuestas, sexo y misantropía que se le atribuyen al viejo, y que pueden o no ser ciertas, es lo que destila cada una de sus paginas.

Bukoswki es un gran escritor (a pesar de lo que ciertos puristas puedan creer, preocupados por si tenía errores de ortografía u alguna boludes similar) porque uno puede percibir a la perfección en sus relatos la mugre de una habitación, la resaca sumamente grafica y vívida de un personaje, la calentura de alguien (las erecciones en Bukoswki son reales y asquerosas) o la decadencia moral no sólo de un personaje sino de época. Porque, sobre todo en cada uno de sus cuentos o diarios, uno puede percibir la otra cara del sueño americano, de esa tierra prometida donde supuestamente todo es posible. Aquí no hay ejecutivos con trajes impecables que comen sushi en sus breaks, ni amas de casa que dejan pasteles de arándanos enfriándose en marcos de ventanas o cuatros de copas que gracias al azar o destino se ven de pronto en la cima del mundo (Forrest Gump, Arnold Schwarzenegger o Bill Gates). No. En Bukoswki los personajes saben que su suerte en este mundo está echada, que la mano que les tocó en esta partida es una mierda y que lo único que les queda es aguantársela, abrir una cerveza fría y si se puede, coger pagando la menor cantidad de dinero posible.