lunes, 14 de febrero de 2011

La vida color de Copi

Raúl Natalio Roque Damonte Taborda Botana
En este mundillo snob en el que vivimos -y al que somos tan afectos- está de moda hablar de Copi. ¿Quién es Copi? Me gusta verlo así (aunque realmente no conozca demasiado de su vida): Una drag-queen hija de padres conchetos, nieta del fundador de uno de los diarios más grandes de la Argentina (Crítica, el original, no el efímero periódico fundado por el entrañable (?) gordo Lanata). Joven, provocadora. Afrancesada... en términos geográficos, ya que vivió, creció -profesionalmente- y murió en Lutecia. Pero afrancesada también en los términos que Telerman  impuso como eufemismo después de sus inocentes declaraciones. ¿Quién es Telerman? Aquel jefe de gobierno porteño que sucedió a Aníbal Ibarra (cuando se le quemó el rancho) y precedió a Macri. Pelado, mayormente de polera y de sonrisa gratuita. Asombraba su parecido al mago romanticón conocido como Jansenson. Ahora habita el limbo de los ex dirigentes políticos junto a personas como Carlos Ruckauf, Chacho Álvarez, Graciela Fernández Meijide y Carlos Fernández. ¿Quién es Carlos Fernández? El intrascendente Ministro de Economía que estuvo antes que Alain Badiou (sic).1 En su biografía debería figurar que fue parte del gobierno con mayor porcentaje de Fernández en los cargos principales de la historia. Siempre que valiera la pena escribir su biografía (no lo vale) y fuera escrita por esos comentaristas deportivos que llevan las estadísticas más insólitas para subsanar su incapacidad expresiva al momento de llevar adelante transmisiones.

Creo que me desvié de tema. En fin, que Copi está de moda en el mundillo snob, y que como parte de él, en el Kraken no podemos darnos el lujo de evitar hablar de...

Lo primero que leí de Copi fueron algunos episodios de su famosa Mujer Sentada, publicados en los primeros números de la Revista Fierro, en su versión actual. Más tarde, un amigo (casi un hermano) encontró en la incomprensible Biblioteca de la facultad su Viejas Putas, un breve volúmen publicado por Anagrama (Dios te tenga en la gloria) hace muchos años. Con esas lecturas y algunas otras que conocí a través de la internet puedo afirmar sin dudarlo (pero sí discutirlo con quien guste) que las historietas de Copi son minimalistas: no hay fondos, utiliza líneas de trazo fino que demarcan los personajes u objetos (silla) que forman parte de la escena; y por momentos emplea secuencias mudas, sin textos.  Es más, a simple vista, la primera vez que uno se encuentra con las historietas de Copi, no queda otra que pensar que están hechas por un nene de siete años.  Y no queda otra que pensar porque en realidad Copi no existe. Es decir, existe, pero porque fue impuesto a nuestra realidad. Copi es el invento de algun académico inteligente, que no encontraba cómo catapultar su carrera. Hablando de Borges, o de Cortázar, o de Alejandra Pizarnik no lo iba a lograr. Ya estaba todo dicho, y sólo podía generar impacto recurriendo a golpes bajos, por ejemplo como  hizo Balderston: denunciando a Borges de ser un escritor que cuidaba su culo. Pegarle a Sabato por su mano loca ya se había convertido en rutina dentro de la crítica. No,  lo que sucedió fue que un día este académico se sentó a la mesa del pequeño living de su casa, en la cual su hija de siete años garabateaba tiras sobre una mujer gorda hablando con un pato. El académico miraba la televisión, y trataba de distraer su mente con tetas danzantes y conductores de trajes brillosos. Pero ese día su mente se iluminó. No necesitaba de un Borges que alabar, o de un Sabato que vilipendiar. Lo que necesitaba era un autor propio, un desconocido, un personaje cautivante, una figura diferente, que irrumpiera en el cánon a fuerza de extravagancia y originalidad. Devotos no le faltarían si sabía vender su creación. Tendría que fraguar datos, descendencias, la vida estrambótica de ese autor que hasta ahora nadie conocía. Pero valdría la pena, se convertiría en el orgulloso padre de su propia fama.

Evidentemente esto sucedió, Copi fue impuesto a nuestra realidad... no sabemos muy bien cuándo, ni cómo. Ni tampoco sabemos por quién. El monstruo se comió a su padre, y el nombre del que nos habló de él por primera vez, el genio que escribió todas sus obras, que imaginó todas sus historias, sus detalles, sus sueños y temores ya no importa. El triste académico que le dio vida es un fantasma, un ser oscuro y rencoroso que ve a su bebé ser consumido por los chacales hambrientos de parecer cultos, voraces consumidores de la carroña que saben ensalzar hasta convertir en manjar. Son aquellos que beberán de su energía vital hasta que se transforme en un cuerpo inerte e inofensivo, el escritor preferido por los sabios y las mentes brillantes, pero también por los niños y los funcionarios de cultura. Cuando llegue el momento en que Copi sea recibido por las masas su figura no les interesará más. Se sucederán las estatuas, las organizaciones culturales, las calles y escuelas que ostenten orgullosas en sus fachadas o carteles: "Biblioteca Popular Raúl Damonte Botana", o "Escuela Superior N°3 Rául Natalio Roque Damonte Taborda Botana", o "Avenida R. Botana". Ninguna usará su pseudónimo, reservándolo para las explicaciones anuales en el aniversario de su muerte: "Esta noble institución que lleva el nombre de uno de los más ilustres artistas que dio a conocer este maravilloso país, se honra en recordar a Raúl Natalio Roque Damonte Taborda Botana, más conocido como Copi (pseudónimo que le otorgara su abuela, la también escritora y dramaturga Salvadora Medina Onrubia) en el quincuagésimo aniversario de su muerte, ocurrida un día como hoy 14 de diciembre, pero de 1987"

Pero este académico no se contentó con darle a Copi una ascendencia ilustre, una vida de exiliado, y una tendencia al exhibicionismo más escandaloso. También hubo de sostener esa biografía con obras y debió cederle a su criatura creaciones que de otro modo hubieran llevado su nombre. En cuanto a las historietas, si bien la forma primigenia la copió de los dibujos de su pequeña hija, luego hubo de crear nuevas historias con ese formato. Su hija jamás accedió a cederle sus dibujos para que papi pudiera comprarle un osito... grande... grande. Su hija era insobornable, y tuvo que simular el dibujo de una nena de siete años, algo para nada sencillo en un adulto. Con los años desarrolló el estilo hasta convertirlo en un arte exacto.

Luego quiso extender su negocio. Se dio cuenta que un historietista jamás sería aceptado en el cánon si no se dedicaba a las artes mayores. Así empezaron a salir de sus mismas manos entrenadas para dibujar como una nena de siete años, cuentos y obras de teatro. Eso sí, estas no podían ser infantiles. El dibujo era infantil, pero su contenido no. En los cuentos no había manera de mantener un estilo infantil en lo formal. Se dedicó entonces a perfeccionar sus textos, limarlos hasta convertirlos en pequeñas joyitas de la literatura.

De las obras de teatro no diré nada, porque nada sé de ellas. No leo teatro porque me incomoda y nunca vi representada ninguna de sus obras. 

A sus cuentos accedí hace poco, en la colección de libritos de Anagrama que salen con Página.  Ese librito  es una porción del mundo Copi, que es el mundo del revés que alegremente cantaba María Elena Walsh. La diferencia es que en este mundo los gatos abundan, hacen miau y dicen yes, yes.

El mundo Copi es naturalmente homosexual. Es decir, lo natural, lo creado por el Dios del mundo Copi es el amor entre personas del mismo sexo. El mundo Copi no narra la homosexualidad desde nuestra realidad. Su realidad es inversa, los homosexuales son la ley, y los héteros la diferencia, la minoría, la falta. No son historias gay-friendly, como tantos hoteles y milongas se encargan de promocionar en Buenos Aires. Es más, hasta haría falta que nos aclarasen en un apartado que son hétero-friendly, para no sentirnos discriminados.

Todos los cuentos que conforman este libro pertenecen a este mundo Copi. La sexualidad a flor de piel, la homosexualidad respirable en el aire, y las orgías reemplazando las típicas juntadas de amigos a tomar una cerveza.

En Muerte de una foca, el narrador se lamenta de su suerte al verse abordado por una inmensa esquimal dueña de casi toda Groenlandia y  quien a su vez financia la expedición de ambientalistas de la que forma parte. 
"...todos mis compañeros de expedición (seis en totalm incluido el jefe Kling, médico en jefe) eran homosexuales, y se las arreglaban entre sí, mientras que a mí ese tipo de relaciones me producía horror, incluso en el Polo Norte. ¡Y ahora aparecía aquel cacho de tía!"
En La travesti y el cuervo un pequeño misionero es prostituido por un magnate francés (con la complicidad del hermano codicioso del niño), y termina siendo la viuda inmensamente rica del magnate.

El libro se completa con el relato de un rotulador de cómics, japonés que triunfa en Estados Unidos y a su regreso al Japón se convierte en uno de los preferidos del emperador al publicar vulgaridades. Demás está decir que es homosexual. (¿Cómo?¡Zis!¡Zas!¡Amor!); la muerte de una vieja prostituta en un bar y los problemas que esto genera a un cliente (La baraka); el endiosamiento de un joven cronista que se encuentra con los salvajes "boludos" que habitan el sur de la Argentina (La deificación de Jean-Rémy de La Salle); dos lesbianas enloquecidas que acaban con la vida del ex-esposo de una de ellas y lo envían en pedacitos al hijo de ambos. Obviamente, el hijo es homosexual. (La cesárea); Copi y su editor se ven envueltos en un crimen que ocurre en el transcurso de una orgía, sólo para tener un relato más y completar el libro. (Virginia Woolf ataca de nuevo)


No sabemos quién lo creó, no sabemos cuánto tiempo más llevará, sólo sabemos que Copi es..., Copi es..., es... grande. Copi es grande. Solo quería decir que investigué mucho y era grande.


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