sábado, 30 de julio de 2011

Huevos a la esvástica


Hitler has only got one ball,
Göring has two but very small,
Himmler has something sim'lar,
But poor old Goebbels has no balls at all.*



«Un huevo solo a Hitler le quedó
Los de Göring son pequeños pero tiene dos
Los de Himmler algo similares son
Pero al pobre viejo Goebbels
ni uno solo le creció».




* Thomas Pynchon cita esta canción en su novela V. y cuenta que la misma era cantada por los soldados británicos de artillería en Malta en 1940.

Nota: La traducción pertenece al staff de la Hermandad del Kraken.

viernes, 15 de julio de 2011

“Cómo ser un genio poético” por Bart Simpson

1) Dedica tu poema a alguien famoso. Todos se darán cuenta de que eres un pensador profundo e importante.

2) Usa siempre frases extranjeras. Con ello demuestras tu inteligencia; no te basta con un idioma para expresar lo que tienes en la mente.

3) Desgraciadamente algunos poemas riman. Si tienes que escribir una poesía rimada, será mejor que elijas primero las palabras que riman y que descubras el tema conforme avanzas. Sugerencias: ir, venir, sufrir, faquir, elixir, morir, impedir, zurcir.

4) Cuanto más desesperanzado sea el tema de tu poesía, mejor: he aquí algunas ideas para principiantes: odio, amor, muerte, culpa, los deberes.

5) ¿La puntuación te representa un problema? No tienes que usarla cuando escribas una poesía.

6) O usa solo puntuación. Todo vale.

7) Cuanto mas grandilocuentes sean las palabras, mejor será el poema.

8) Usa palabras que empiecen todas con la misma letra. La gente quedara maravillada.

9) He aquí algunos de los secretos poéticos más enrollados: ni siquiera necesitas palabras de verdad. Limítate a inventarlas.

10) Puedes escribir lo que te de la gana y llamarlo un poema si añades mucho espacio en blanco.

11) Deletrea las palabras del modo que te parezca. Estas escribiendo sobre el significado de la vida, no un obtuso libro de normas gramaticales.

12) Repite las mismas palabras y otra vez. Suena profundo, y ayuda a llenar la pagina.


AUF WIEDERSEHEN, BOLLITO MIO (una canción japonesa)
Por Talbot J. Davenport III
Dedicado a Albert Einstein (1)

Es la hora de la despedida
Auf wiedersehen (2)
Auf wiedersehen, bollito mio
Adiós.
No debes llorar.
Tengo que marchar (3)
Prometo regresar.
A este mi hogar.
Adiós.

Tu mente es tan grande como
Un corazón lleno de amor (4)
No correspondido
Colmado de angustia y futilidad
Tu hogar estaba en cual-
Quier parte del vacío (5)
Del universo
#&*¡!!$%%&?*#@$!!! (6)
(7) deambula sin rumbo
retrotráete al futuro
@&*!$¿¿¿$%&@#

Cabeza peluda de mendigo (8)
Que las pesadillas humanas
Absorbía.

Uma bulumba bumba (9)
Tamba rimba birimba
Akula zulienga
Psanga uh Mhenga
Y emerge
¡Kaluma-oi-zenga!

Ya
Sabes
(10) ¿Por qué
tanto
odio?

Ahora debo partir
El tiempo ha pasado
Mehsperan (11) en Berlín
Desde donde me han llamado.
Guarda mi violín
Adiós genio adorado
Auf wiedersehen
Auf wiedersehen
Auf wiedersehen
Auf wiedersehen. (12)
Auf.

(Extraído de “Bart Simpson: Guía para la vida”, 1997)

Glorioso, ni César Vallejo podría haber escrito algo mejor.

Compré este libro a los once años,
cuando los Simpson eran casi lo único que importaba en la vida y me hizo pasar muchas tardes divertidas. Muchos años han pasado y ya los Simpson me son completamente indiferentes, pero un cúmulo de citas y momentos extraordinarios forman parte innegablemente de la cultura popular. Hoy y a pesar de todo, gracias el poder de la relectura (mi deuda con Borges y Pierre Menard es infinita) Bart sigue iluminándonos el camino en nuevas y extrañas maneras.

Nos vemos luego, viejo.

jueves, 7 de julio de 2011

Lispector y el unheimlich femenino

La mujer continuó sacudiendo la toalla con violencia y se preguntó a quién podría contarle lo que le había sucedido, pero no encontró a nadie que pudiera entender lo que ella no podía explicar”.

En este párrafo se resume básicamente gran parte del libro de cuentos “Lazos familiares” de Clarice Lispector. El acto cotidiano, el enrarecimiento de la percepción, la incomunicación con los demás, y lo clave de todo: la imposibilidad ontológica del lenguaje.

En la mayoría de sus relatos la brasilera crea personajes sumidos en una rutina domestica incuestionable. Todo sucede invariablemente como el día anterior. Hasta que algo ocurre. Ese algo no pertenece a ningún orden de lo paranormal o lo extraordinario. Todo es más simple y verosímil, pero aún así no menos increíble: es el advenimiento del absurdo de la existencia –también conocido como el momento en que nos damos cuenta de eso. Y esto puede ocurrir en el momento menos esperado: al mirar un ciego a través de la ventana de un colectivo (“Amor”), al percibir que unos hombres disfrazados transgreden los límites familiares (“Misterio en San Cristóbal”) o ante la simple contemplación de la belleza (“Imitación de la rosa”).

Como si de repente un mundo de apariencias se viniera abajo y lo real se presentase en bruto ante sus ojos, los personajes parecen ingresar de repente al mundo simbólico, y con ello obviamente a la imposibilidad de expresar ese real percibido. Un turbulento mundo interior se pone en marcha, pero al haber pasado durante tanto tiempo en silencio y faltarles las coordenadas precisas para poner en palabras la extrañeza del mundo, la frustración pareciera ser aún mayor.

Sus personajes predilectos para encarar este predicamento son las mujeres, pero en especial las ama de casa. Ellas encarnan a la perfección el papel de aquel o que no puede ver, cegado como está por años y años de opresión material y simbólica (hay que recordar que “Lazos familiares” es de los ’60, y aunque experiencias como las de Virginia Woolf ya existían hace décadas el tema seguía candente en el imaginario popular); pero también de aquel que tiene una visión desproporcionada de si mismo. En “Devaneo y embriaguez de una muchacha” la protagonista se ve gorda, inmensa:
“Y cuando entrecerró los ojos nublados, todo quedó de carne, el pie de la cama de carne, la ventana de carne, en la silla el traje de carne que el marido había arrojado, y todo, casi, le producía dolor. Y ella cada vez más grande, vacilante, temblorosa, gigantesca. Si consiguiera llegar más cerca de sí misma se vería más grande. Cada brazo podría ser recorrido por una persona, en la ignorancia de que se trataba de un brazo, y en cada ojo podría sumergirse y nadar sin saber que era un ojo. Y alrededor doliendo todo, un poco. Las cosas estaban hechas de carne con neuralgia”
“Preciosura” siguiendo está lógica es sobre una adolescente que se percibe fea y por lo tanto incapaz de mirar a los hombres a los ojos; e “Imitación de la rosa” se detiene sobre un ama de casa cuya relación con la locura es más compleja de lo que parece.

En definitiva y más allá de ciertos cuentos que exploran a su vez otros tópicos (la animalidad inherente del ser humano, el lugar del hombre dentro de la delicada arquitectura mental de esas mujeres, la familia como artificio, etc), en todos pueden verse la presencia del horror acechándonos en lo cotidiano –Freud como siempre lo prefiguro todo-, en los acontecimientos más banales de nuestra existencia.