jueves, 9 de septiembre de 2010

Todos los caminos conducen a Irlanda

Dizziness. Imán Maleki, pintor iraní.
Imaginemos por un momento que las novelas son mapas… claro, mapas: esos grandes planos –más o menos de papel; más o menos plastificados; más o menos digitalizados– que se pretenden (al igual que el realismo) una fiel representación del mundo.

Un punto en la superficie marca el lugar exacto dónde se levantan metrópolis, ciudades, pueblos, puebluchos y caseríos, mientras que grandes espacios en blanco ilustran la vastedad que existe entre todos los puntos. A veces los mapas también tienen líneas (rutas) que marcan la vinculación entre los puntos y así nos sugieren un recorrido, nos indican el camino (los caminos) a seguir. Cada quien puede elegir tomarlos… o evitarlos. Muchas veces, incluso, las sendas están diferenciadas: anchas autopistas que nos conducen rápido al lugar de destino; rutas que prometen un fácil acceso, pero susceptibles de verse congestionadas por cantidades inimaginables de súbditos del G.H. (Gran Hugo); u olvidados caminos rurales, rotos, desparejos, llenos de piedra que amenazan al parabrisas en cada maniobra… pero que al final de la travesía dejarán como recompensa el grandioso recuerdo de la aventura. (N. del R.: sabrán nuestros inteligentes lectores establecer la apropiada comparación entre los tipos de caminos y las formas de lectura)

Ahora imaginemos que tomamos el mapa entre nuestras manos, y comenzamos a mirarlo (leerlo), a escrutarlo, a estudiarlo. Sin embargo, aún sentimos que algo nos hace falta. Pronto lo sabemos, lo que nos falta, lo que no alcanzamos a ver todavía es un elemento fundamental del viaje... indispensable: un destino. Así estamos, pensando, cuando un paisano, un hombre del pueblo se acerca amablemente y nos dice:

– Disculpe, buen hombre, lo noto un poco perdido, ¿podría ayudarlo en algo?
– Por favor, señor... estoy buscando un destino, ¿sabría usted indicarme el camino?

El hombre nos mira, observa el mapa y sin dudar un instante nos señala un punto en el plano.

– Pues hombre, vaya a Irlanda.

Como quién ha cumplido con una tarea largo tiempo postergada, el hombre del pueblo desaparece rápidamente sin dejarnos tiempo siquiera para darle las gracias. Vueltos a nuestra soledad notamos que un pequeño papel a caído a nuestros pies. Es una tarjeta de presentación con sólo dos incripciones garabateadas a mano: J. J. –y abajo– escritor.

De una manera casi igual de enigmática, Samuel Riba, editor jubilado, alcohólico retirado, hikikomori en potencia: el protagonista de la novela de Vila-Matas, es llamado a esa pequeña nación repleta de poetas y católicos violentos que es Irlanda. Suerte de Quijote pos-moderno, su cerebro se le fríe en las horas y horas que pasa frente al monitor de su computadora, haciendo búsquedas inútiles en google (generosa empresa capitalista que soporta este sitio) o  dedica tardes enteras a trollear en blogs desconocidos.
"Quiénes usan google habitualmente pierden la capacidad de realizar lecturas literarias a fondo." 
"Perdónalos, señor, porque no saben lo que dicen".

Continúo. Riba, al igual que Quijano, decide salir a recorrer el mundo (o La Mancha, o Irlanda), sin un destino claro, sin mapas en las manos. Son ambos (hago esta comparación y veo mesnadas cervantinas asomando el horizonte, dispuestas a cortarme la cabeza y clavarla en un pica a la vista de todo el pueblo) dos "locos lindos e inofensivos" que se lanzan a la aventura sin reparo, dos viajeros conscientes de que sus pasos están siendo inscriptos en el mapa. Dos viejos caballeros que se animan a jugar, de pronto convertidos en niños que dicen –nos dicen– "y entonces, digamos que yo era... y que vos eras... y que..."
"Si todo el mundo comprendiera que de repente todo puede ser nuevo a nuestro alrededor, no necesitaríamos ni siquiera perder el tiempo pensando en la muerte."
Allá va Riba a celebrar el funeral de la literatura, allá donde algunos dicen que todo empezó, allá donde las nieblas cubren los acantilados la mayor parte del día, allá donde en las ramas de los árboles cuelgan palabras en vez de frutos, allá donde todo debiera alguna vez llegar a su fin.
"Nunca nadie pudo aportar pruebas de que los difuntos no puedan vernos."
Si eso es cierto, a vos van estas palabras.

8 comentarios:

Brunomilan dijo...

"You probably wondered why all the references to Dublin. I plagiarized most of it from James Joyce. "
Crimes and Misdemeanors (1989)

Hoy le conté a JP que había leido que Joyce vivio gran parte de su vida fuera de Dublín, pero que eso no le impidio hacer de esa ciudad un punto clave en los mapas literarios. Es interesante como a veces terminamos idealizando ciertas ciudades que aparecen en la literatura pero que si las analizas en términos biograficos muchos de esos autores reniegan de ella y hasta, te diría, la desprecian: Praga se vende orgullosa como la ciudad de Kafka, pero parte de la vida miserable que llevo éste se debio justamente a la vida en esa ciudad (con Kundera algo similar, por algo casi todos sus libros hablan del exilio). Saer escribía sobre la peatonal y el río, pero lo hacia desde París...

(Elipsis)

Quiero leer a Vila-Matas y ese libro especialmente. Y también ir a Dublín, dar un par de vueltas y decir "este JJ era un capo, esto es una mierda". Someday.

Bubulina dijo...

"Si todo el mundo comprendiera que de repente todo puede ser nuevo a nuestro alrededor, no necesitaríamos ni siquiera perder el tiempo pensando en la muerte."

Mi ciudad mapa es Buenos Aires
qué ciudad, máma mía

http://www.youtube.com/watch?v=RKtkC7ATdVU&feature=related

para alumbrar el instante

Anónimo dijo...

themes have thimes and habit reburns. to flame in you. j.j

miguele dijo...

Cuando se abandona el pago y se empieza a repechar, tira el caballo adelante y el alma tira pa´atrás.

Gio dijo...

Me estoy poniendo al dia con las publicaciones! Se escribieron "la vida" cuando yo estaba desinformatizada, pero no se librarán de ser leidos de ninguna manera! Jaja. Saluditos!

Fran Vanrell dijo...

Bruno: Te agrego a Borges, Cortázar, Murakami, entre otros, a la lista de autores que escriben sobre un lugar (su lugar) desde el "extranjero".

Si conseguís pasajes baratos avisá.

Bubulina: No había pensado lo de "ciudad mapa" (creo que no, me parece que no dije nada que se pareciese a esa idea)... ni si quiera sé qué querés decir con lo de "ciudad mapa", pero aún así es una idea genial (reversión libre de unas palabras de Herzog... Bruno no me deja mentir).

Anónimo: Es usted un docto.

Miguele: Sabio hombre don Héctor, sabias palabras. Te dejo estas de Hamlet Lima Quintana:

"Me iré por aquel camino que lleva al pueblo
Que crece entre la ternura que da el maíz
Mi iré con la lucha a cuestas y el alma abierta
Allá me voy a vivir"

Gio: Esperamos tus comentarios con ansiedad (sólo si sirven para alimentar nuestros egos)

Sr. scardanelli dijo...

cuenta un historia que joyce antes de exiliarse, en una vieja taberna se confunde de baño y entra en la despensa del lugar, como llevaba su vieja boina, el prefecto del lugar, que estaba retirado, le convida con un manojo de lupines secos, el los rechaza, pide de los remojados, los comunes maestro, le niegan el pedido, y joyce mete su vieja boina, en señal de disgusto en el gran tarro con los lupines remojados, junto al berenjenal del tarro continuo. luego de morir, un acaudalado magnatte compra la taberna, él buscaba la boina de joyce en salmuera para su colección de rarezas. dicen las lenguas que todavía no probó bocado de ella. ( extraido de la enciclopedia de mitos y leyendas de andá vos por tu cuenta y comprobalo) un librito viejo que todavía se consigue.

Fran Vanrell dijo...

Interesante anécdota. Es casi tan buena, que probablemente sea una invención del propio James.

Saludos...