viernes, 22 de abril de 2011

La ficción como realidad en"La traición de Rita Hayworth": una aproximación hacia la novela prima de Manuel Puig.


¿Qué piensas cuando piensas en Puig? (Pregunta que desarma): pienso en las relaciones humanas, en las tensiones dramáticas que se generan en las relaciones humanas. Su escritura pareciera funcionar como una cámara cinematográfica que, en su afán por eludir persistentemente la presencia del narrador, va registrando (a partir de técnicas narrativas innovadoras tales como la combinación de voces, las confesiones religiosas, la necrológicas, etc.) el agón que se genera tanto en el enfrentamiento con el otro como con uno mismo. ¿Técnicas narrativas innovadoras? (pregunta puntillosa): Sí, Piglia ya lo dijo todo: “Puig fue más allá de la vanguardia; demostró que la renovación técnica y la experimentación no son contradictorias con las formas populares. Comprendió de entrada qué era lo importante en Joyce. "Yo lo que tomé conscientemente de Joyce es esto: hojeé un poco Ulises y vi que era un libro compuesto con técnicas diferentes. Basta. Eso me gustó."1 La escritura de Puig es un laboratorio, un procesador que pergeña subjetividades múltiples y su resultado es la creación de un universo propio, con sus centros y fronteras. ¿Centros y fronteras? ¿Por ejemplo? (pregunta disparadora): El ejemplo claro es La traición de Rita Hayworth, su primera novela. El relato se centra en las tierras desoladas de un pueblo chico de La Pampa, Coronel Vallejos; corre el año 1940 y los personajes se construyen en un no-lugar por excelencia. El mismo Puig, en una entrevista que le realizó Felisa Pinto en 1973, decía: “El paisaje de La Pampa, que en realidad es la ausencia de todo paisaje, resulta una pantalla en blanco donde cada uno proyecta las fantasías que quiere. Ahí un chico que no puede aceptar la realidad por sentirla hostil cambia los términos y toma como realidad a la ficción, ya sea la ficción del cine o la que le dicta su propia imaginación.”2 ¿Tomar como realidad la ficción? (la pregunta del texto) Sí, Puig en su narrativa pone en funcionamiento ese procedimiento. Cine, fantasía, e imaginación, todos estos elementos contribuirán a la caracterización del personaje principal: Toto, un chico que desde el principio se nos presentará con una concepción de mundo diferente del resto. La diferencia radicará en los discursos que éste consumirá: no los de la realidad, sino los de la ficción. Toto se va a caracterizar por su afición a la lectura (“lo subleva que nadie lea, cuando él lee casi un libro por día”3), pero principalmente lo caracterizará su pasión por el cine. Un trabajo brillante sobre este tema (¿qué decir después de este artículo?) es el de Myrna Solotorevsky (Universidad Hebrea de de Jerusalén, Israel) llamado “Sexo e Imaginación, isotopías semánticas básicas de La traición de Rita Hayworth de Manuel Puig”. El postulado central de este texto se basa en leer a la novela desde dos zonas semánticas antitéticas: el Sexo y la Imaginación. Según la caracterización correspondiente de cada uno de los personajes, Solotorevsky los ubicara en alguna de estas dos zonas. Toto (junto con Mita, Esther, Cobito y Choli) se ubicará en la isotopía de la Imaginación. Y es sobre esta zona, la de la imaginación y su poder evasivo de la realidad sobre lo que quiero hablar. Toto, como dijimos, es un chico al que la realidad se le presenta hostil y para refugiarse se entrega a la ficción de las películas que todos los días ve con su madre Mita. Entre el niño y la madre se crea un vínculo muy fuerte que se refuerza por los gustos en común y por compartir una visión distorsionada de la realidad. Solotorevsky dice: “A Mita le corresponde el rol de iniciadora de Toto en el ámbito del cine. Ella insta a Toto a pensar en una cinta durante la hora de la siesta (tiempo de máxima gravitación de la cotidianeidad y posible ejercicio del sexo): «y voy a pensar en la cinta que más me gustó porque mamá me dijo que pensara en una cinta para que no me aburriera a la siesta» (pág. 37).4 El hecho de captar la realidad desde una perspectiva cinematográfica lo pone a Toto ( y a su madre Mita) en el lado de la frontera. El centro sería la realidad material, cotidiana, no ficcionalizada, condicionada por otros discursos que no son el cinematográfico ni el literario. Este hecho se erigirá como significativo a la hora de concebir la tensión entre las relaciones de los personajes ya que a Toto en varias ocaciones se lo juzgará de loco: “hay veces (en que me) resulta indiferente, un extraño, sobre todo cuando se viene con rarezas que no comprendo, porque son propias de un loco” (…) Yo no me explico cómo un chico que tiene todo en la vida, o que lo va a tener, se pone a pensar esas tonterías (…) y demás disparates (…) Es eso lo que me hace sentir indiferente a Toto, alejada, como si no habláramos el mismo idioma. Es cierto que la adolescencia es la edad del desequilibrio” (Pág 276-277). Detengámonos en esta última palabra: desiquilibrio. ¿Qué es lo lleva a que el orden del equilibrio se distorsione? Una falta, una insatisfacción. ¿Es posible que la configuración del personaje Toto, desde un nivel psicológico, este regida por un desiquilibrio, una falta, una insatisfacción? Al concebir el mundo como un mundo regido por el orden de la ficción (un mundo fronterizo, como apuntamos anteriormente) Toto deja entrar en su discurso real a la fantasía. ¿La fantasía? (pregunta psicológica) Sí, Sotorovsky rescata una cita de Freud para explicar este fenómeno: “Freud ha señalado que el hombre feliz jamás fantasea, y sí tan sólo el insatisfecho. Los instintos insatisfechos son las fuerzas impulsoras de las fantasías, y cada fantasía es una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad insatisfactoria». Sigmund Freud, «El poeta y la fantasía», en Psicoanálisis aplicado y técnica

psicoanalítica (Alianza Editorial, Madrid, 1979), Pág. 12”. La realidad del personaje Toto se puede concebir como una realidad insatisfactoria ya que la fantasía (el discurso ficcional del cine y de la literatura) ha condicionado su mirada hacia el mundo. Freud nos dice que aquel que se refugia en la fantasía, en la ficción, satisface un deseo que la realidad no le provee. ¿Cuál es ese deseo? (pregunta que va a la herida) No lo sabemos, sin embargo, no podemos pasar por alto el estudio de Sotorovsky, que analiza desde la teoría freudiana la creciente inclinación sexual de Toto. Sólo la esbozaremos: “Nos parece interesante destacar que la causación que el texto configura respecto de la homosexualidad de Toto, corresponde canónicamente al esquema freudiano, a través de sus fases, complejo edípico y etapa narcisista (…) Como un factor notable entre las influencias accidentales que operan en la selección del objeto (es decir, de la inversión), señala Freud el rechazo sexual o las tempranas intimidaciones sexuales. Agreguemos todavía que, para Freud, la desaparición de un padre fuerte en la niñez no infrecuentemente favorece la inversión sexual. Respecto a esto último, resulta sugestivo destacar —ya en un plano extratextual— que a juicio de Manuel Puig la clave de La traición de Rita Hayworth es la ausencia del padre quien sólo aparece al final de la novela: Yo creo que toda la clave de la novela está en la ausencia del padre. El padre nunca está, nunca interviene. Este chico, que soy yo, siente desde el primer momento que el padre no está. Entonces se me ocurrió que si bien el padre debía figurar en la novela tenía que ponerlo al final. De ese modo el lector debía repetir la experiencia del protagonista. Le escamoteaba ese personaje que recién aparece al final. El lector revive la experiencia del protagonista que es la búsqueda de una figura que no está en ninguna parte y que recién se da al final”. Saúl Sosnowski, «Entrevista”, Hispamérica, año 1, n.03 (1973), pág. 72.”. ¿Entonces la traición de Rita Hayworth es una novela, podríamos decirlo, con rasgos autobiográficos? (pregunta ociosa) Puede ser, pero en todo caso eso ya no importa. Por último, quiero reforzar esta idea de intromisión de la fantasía en la realidad del sujeto a causa de una insatisfacción, y para hacerlo voy a remitirme a Slavoj Zizek y a su “Guía cinematográfica para un perverso”, la cual se refiere a este tema: “Cuando un objeto fantasmático, algo imaginario, un objeto de nuestro mundo interno irrumpe nuestra realidad, la textura de nuestra realidad se distorsiona. Así es como el deseo se inscribe en la realidad: distorsionándola. El deseo es una herida de la realidad. El arte del cine consiste en despertar deseo para jugar con él, pero manteniéndolo a una distancia prudente, domesticándolo, haciéndolo palpable”6. Esta distancia prudente en la configuración del personaje Toto, podemos decirlo, se pierde. El personaje es absorbido por el espacio de la fantasía, de la ficción, del cine.

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1RICARDO, Piglia. Manuel Puig y la magia del relato en "La Argentina en pedazos". Ediciones La Urraca. 1993.

2La entrevista completa se puede encontrar en la web: http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/radar/9-2383-2005-07-20.html

3PUIG, Manuel. XV Cuaderno de pensamientos de Herminia, 1948 en “La traición de Rita Hayworth”. Ediciones Booket, 2da ed. 2007. Pág. 274

4SOLOTOREVSKY, Myrna. “Sexo e Imaginación, isotopías semánticas básicas de La traición de Rita Hayworth de Manuel Puig”. Se puede encontrar en la web: http://revistas.ucm.es/fll/02104547/articulos/ALHI8787110229A.PDF

6ZIZEK, Slavoj. Guia cinematográfica del perverso. 2006.

2 comentarios:

elJotapé dijo...

Independientemente, o como diría don Hugo "o no..." de tu voluntad volviste a usar la expresión "no-lugar". Acabo de llegar a la conclusión que si por cada vez que la usaste te hubiesen dado 25 centavos, ya tendrías la suficientemente cantidad monetaria para crearte tu propio "no-lugar" y desaparecer de nuestras vidas.
A próposito, ¿el no-lugar sería algo como esto??? http://www.youtube.com/watch?v=XClMyNPVARo (ya que estamos con lo de la homosexualidad)

Brunomilan dijo...

Muy bueno el post, lo único que te cuestionaría es el final.

Obvio que hay una intromisión de la fantasía en la realidad del sujeto, porque básicamente todo lo que consumimos nos afecta e incide sobre nuestra subjetividad (aún aquellas cosas que no hacen sino reafirmar lo que ya sabíamos de nosotros mismos), pero de ahí a decir (lo dice Zizek, pero vos se lo haces decir a él) que lo imaginario (las películas y los libros en este caso) distorsionan la realidad de Toto me parece que hay un largo trecho. Al Quijote se le distorsiona la realidad por ejemplo, impidiéndole diferenciar lo real de lo imaginario, fundiéndolas, haciéndolas una; a Toto en todo caso simplemente se la cambia, se la adorna un poquito, agregandole lucecitas de colores (comedias musicales norteamericanas i'm looking at you) a la mediocridad de la vida de pueblo.