jueves, 26 de agosto de 2010

Todos somos Bartleby

¡Advertencia! Para 'disfrutar' de la siguiente nota sería indispensable leer el siguiente cuento de Herman Melville: Bartleby, el escribiente. Pero como soy conciente de que el visitante promedio de blogs no dispone ni del tiempo ni de la predisposición a soportar largas lecturas, y mucho menos a realizarlas para 'disfrutar mejor' de un artículo ignoto es que les voy a resumir en breves palabras el cuento. El que ya lo haya leido podrá optar por seguir, o por volver al cuento para recordar algo muy importante: "la frase". Hecha esta salvedad, comienzo.

Los que me conocen —y los que piensan que lo hacen— saben que soy un lector inquieto. ¡No!, no es que haga ejercicios aeróbicos durante mis lecturas, ni que corra vueltas a la manzana con un libro en las manos. Significa que suelo leer de a varios libros a la vez (no creo que esté demás aclarar que esta confesión no es pedantería, más bien lo contrario, lo cuento como una costumbre que no aconsejo, pero que no puedo evitar). No sólo eso, sino que también suelo aplazar largo tiempo la finalización de una lectura y empezar otras (incluso menos prometedoras), por el simple hecho de que pretendo así disminuir la angustia que me aqueja —y a muchos de ustedes seguro les ocurre—; lo que he resuelto, arbitrariamente, llamar: "el sentimiento trágico del lector", en un indudable robo a don Miguel. Dejemos esto para otro artículo.

Para saciar este irrefenable afán de lecturas recurro, entonces, no sólo a los libros por mí comprados, o generosamente prestados por amigos, sino que también me nutro de bibliotecas públicas y facultativas (esta última, en menor grado, por un motivo que no viene al caso, por su escasa oferta de material y por el limitado tiempo de préstamo). Para todo aquel que haya utilizado los servicios de estas nobles instituciones, sabrán que una de sus características más odiadas es ese horrible condicionamiento que se llama periodo de préstamo. Para el que nunca haya visitado uno de estos centros destiladores de ese seductor perfume a humedad atrapada, sepa que los préstamos tienen una fecha límite de devolución, tras la cual (dependiendo de la institución) recae sobre el socio un castigo que va desde el simple reproche de la bibliotecaria de turno a la quema viva en hoguera pública, pasando por la humillación general frente a sus pares y la inhabilitación momentánea para retirar ejemplares.

Llegado a este punto me doy cuenta que la introducción a lo que verdaderamente importa (el cuento de Melville) está haciéndose demasiado larga. Sean indulgentes, por favor, y déjenme continuar con este preámbulo.

Decía que uno de los medios por el cual me proveo de material de lectura son las bibliotecas, y que cuentan éstas con fechas límites de devolución so pena de castigos variables. También les comenté que sufro del mal hábito de llevar varias lecturas a la vez. Ahora,  me sucede muy a menudo que a pocos días (u horas) de la fecha límite me enfrento a la terrible realidad de apenas haber sobrepasado la mitad del libro a devolver, por lo que me veo forzado a abandonar las demás lecturas —muchas veces, más prometedoras— para cumplir con los plazos estipulados (sé lo que pueden estar pensando... sepan que sufro también de otro mal: fui criado bajo estrictas normas de educación y consideración, y no me permito faltar a la norma de devolver los libros a tiempo... en otras palabras, no puedo cagarme en los demás tan fácilmente). No fue el caso del libro dónde leí Bartleby (si no lo dije todavía, el motivo e inspirador de estas palabras), para el cual todavía tenía una semana de préstamo. Sí ocurrió que su lectura hizo crecer la pila de volúmenes que descansan en las gateras, o en el banco de suplentes (elijan la comparación del deporte que más les guste), y detuvo el avance sobre el resto de ejemplares empezados.

Pensando qué decir sobre el cuento, y sobre Melville también, recordé una discusión que manteníamos con los otros integrantes de este sitio. ¿Cuánto debe leerse de un autor para poder opinar sobre el conjunto de su obra, o generalizar apreciaciones que concluimos a partir de la lectura de algunos (o uno) de sus trabajos? ¿Podemos actuar como si lo conociéramos en totalidad, a pesar de casi no haber leido nada de tal o cual autor? Algunos podrían aconsejarme que recurriera a trabajos ya publicados, citas de autoridad, reseñas; otros podrían sugerirme que recurriese a la —creo yo— detestable tarea de reproducir párrafos enteros, y esbozar abajo apenas algunas ideas propias (o robadas, da igual). Los menos insistirían en que hablara (o escribiese) sólo cuando hubiera leído lo suficiente como para formar una opinión propia.

Podría incluso, en este momento, dejar de tipear párrafos y párrafos dilatorios, y empezar de una buena vez a decir algo sobre Bartleby... sepan disculpar pero... preferiría no hacerlo.

PD: Si alguien tiene en su poder la novela Bartleby y compañía de Enrique Vila-Matas, agradecería su préstamo. Creo haber confesado que puede ocurrir que demore en su lectura (dependiendo la cantidad de libros en espera). Pueden, si quieren, estipularme una fecha límite a manera de las bibliotecas, y así lograrán que actúe mi odiosa decencia, y me obligue a mí mismo a cumplir mi palabra de retornarlo a tiempo.

7 comentarios:

Brunomilan dijo...

Gran post, es muy posmoderno, habla de la imposibilidad de decir o escribir sobre algo. Y siguiendo el post, no leí el cuento así que tampoco diré nada sobre él.

"¿Cuánto debe leerse de un autor para poder opinar sobre el conjunto de su obra, o generalizar apreciaciones que concluimos a partir de la lectura de algunos (o uno) de sus trabajos?"

Dos novelas y un cuento. O tres cuentos y una entrevista. O dos ensayos y su entrada en wikipedia.

Fran Vanrell dijo...

Si hubieras leido el cuento, te hubiera gustado aún más...

lau :) dijo...

hola, pensé que s blogg iba a ser mas divino.mucho no los entiendo. pongan palabras mas sencillas besos igual. todos somos seres de luz.

Bubulina dijo...

Che Lau, hacé quedar bien al género femenino

Brunomilan dijo...

Ladri me haces leer el cuento para disfrutar más del post y al final en concreto escribiste una sóla oración. Ya sé, ya sé hay un concepto atras homólogo al libro. Igual sos un ladri.

Fran Vanrell dijo...

10 de septiembre de 2010 01:03:

Gran post, es muy posmoderno, habla de la imposibilidad de decir o escribir sobre algo.

24 de diciembre de 2010 19:29

Ladri


#TVRstyle

Brunomilan dijo...

Lo que te quiero decir es que capte la esencia del post sin necesidad de leer el cuento. Que esta bueno, de paso.