viernes, 13 de enero de 2012

A The Wire. Un homenaje.




Nadie gana. Solo un bando pierde más lentamente que el otro.


¿Spinoza? ¿Descartes? ¿Algún estoico? ¿El renacer helenista de la Alemania del Siglo XIX? No. Simplemente un policía. Quizás allí radique el porqué termine prestando servicio a las fuerzas educativas y deje de lado las instituciones políticas.

En esa simple frase de Pryzbylewski (la difícil pronunciación de su nombre solo se compara a su grandeza), se esconde el sentido totalizador de The Wire. Que un simple policía revele esta verdad en la cuarta temporada demuestra la grandeza que hay detrás de esta serie.

5 temporadas, 60 capítulos, infinidad de escenarios y lazos que se cruzan, una cantidad bastante considerable de policías, ladrones, mafiosos, ladrones, políticos y traficantes de droga. Cada temporada se centra en un aspecto, a veces más definido, a veces de límites difusos, de la conformación de Baltimore como un todo. Así como Ítalo Calvino intentaba mostrar una ciudad donde todos los aspectos queden abarcados, en la ya clásica “Las ciudades invisibles”1; David Simon (creador de la serie, gurú y exponente del hipsterismo televisivo) nos traerá a nosotros a Baltimore en un intento de plenitud total (redundancia on). Su sistema educativo, su sistema político, su sistema comercial, su sistema de seguridad, la burocracia, estas serán las grandes moiras que tejan el destino de toda la serie. 2

En la afirmación de Pryzbylewski (o Prez, o Mr. Prezbo) vemos cómo ningún lado de la ciudad va a ganar. Ni los buenos ni los malos, ni los garcas ni los honestos ¿acaso queda alguno?, ni los blancos ni los negros. Solo serán pequeñas victorias transitorias o momentos de pequeño jolgorio para uno u otro bando. Cada “victoria” en algún lugar terminará resultando en una derrota hacia otro lado, rememorando el viejo concepto newtoniano de que para toda acción ocurrirá así una reacción de igual magnitud y en dirección opuesta. En hechos, si le pongo plata encima a las escuelas, le saco a la policía. Si creo un asesino serial surgirá siempre algún imitador (un copycat en jerga poli de yanquilandia). Si abandono la escuela empiezo a escalar socialmente en el mundo de las drogas, y así podríamos seguir mucho tiempo más.

Uno de los aspectos más importantes que presenta The Wire es la conformación de sus personajes, podemos constantemente estar cambiando de personaje favorito odiándolo o amándolo según en qué nuevo lío se esté metiendo. De hecho el “personaje principal” Jimmy “Macanas” McNulty se da el lujo de desaparecer casi por completo en la penúltima temporada y reaparecer sobre la última temporada en su máximo estado de ebriedad, desenfreno y locura. Pocas veces tuve la oportunidad de lamentar tanto la muerte de un personaje como cuando muere *spoiler* Bodie *spoiler*, llegar a identificarte con “el malo” de algo es sencillo, hace falta poner a un tipo medio loco, que se atreva a decir lo que todo el mundo piense, pero a veces elije callar y listo, el lazo identificatorio con el villano ya está forjado. Pero crear un lazo emotivo, y no simplemente de mera identificación, sino casi de amistad es algo mucho más difícil de lograr. Y ahí es donde The Wire demuestra su grandeza. Siempre va a haber alguien más garca y con menos códigos, y a veces no es el simple negro que vende drogas en la esquina, a veces es el jefe de la policía. Es casi utópico ver la serie sin pensar en encontrar dónde se esconde cada personaje en el mundo que nos rodea ¿Cuál es el policía mas garca? ¿Cuál es el político con aparentes buenas intenciones que nunca termina de completar una buena acción? ¿Cuál es el líder sindical que tiene casi la misma fuerza que cualquier político?

Lo que mejor sabe hacer la serie es pararse y mostrar, y dejarnos a nosotros el papel de decidir nuestros aliados y enemigos. No se trata acá de mostrarnos y enseñarnos cuál es el bando bueno y cuál es el bando malo, de ahí también esos finales tan impredecibles para cada personaje mueren los que eran intocables, ascienden los que eran inútiles, descienden o son despedidos los aplicados.
El destino como gran fuerza motora (si, otra vez lo griego) no tendrá así papeles importantes para desarrollar y es así como vamos a ver que se puede escapar a una realidad que parecía casi ineludible, eso sí, solo va a ser necesario saber qué culos lamer y qué cabezas cortar.

Anécdota intrascendente.

Ayer mismo acompañe a mi hermano a una ferretería y lo intimé a que compre una pistola de clavos. El chiste fue excelente, además, debo aclarar que logré de manera bastante acertada (al menos a mi parecer) la horripilante voz de Snoop. Como era de esperarse mi hermano no supo identificar la referencia a una serie que no vio y probablemente no vea. Y es allí donde pensé que por un breve momento le estuve devolviendo a The Wire, al menos un poco de todo lo que me dio durante 5 temporadas.


Lo que intentaba ser un post sobre The Wire terminó siendo una gran nadería. Si usted ya vio The wire y quiere leer algo como la gente, hágase un favor, pase por acá http://elbailemoderno.blogspot.com/2010/06/visite-baltimore-una-apreciacion-de.html
(Aclaro. El epígrafe que usan, es el mismo que usé yo. Yo no se los robé, al contrario, cual Borges y sus precursores, ellos me robaron el epígrafe a mí).


1-Aclaro acá que nunca leí el libro y no sé muy bien de qué trata, así que la simple referencia puede no corresponder con la idea.
2-Infinidad de escritos sobre The Wire encuentran puntos de contacto con la tragedia griega. Yo no quería ser menos.

4 comentarios:

Juan Pablo Cozzi dijo...

Atractiva apología. No la tenía la serie y dan ganas de entrarle.
Que el dios de Spinoza proteja a Cuevana de los innumerables percances!! Así la veremos.
Un saludo.

Fran Vanrell dijo...

Me convenciste. The Wire es el próximo Lost en mi vida.

elJotapé dijo...

JA! el próximo "lost" no le llega ni a los talones esa islita a Baltimore.

Bubulina dijo...

Primer post del 2012. ¿Se dieron cuenta que empezaron con esto del kraken desde que empezamos a "frecuentarnos", allá por el segundo cuatrimestre del tercer año?. Empecé a acercarme yo, claro, porque sino es muy difícil llegar a mí.
El próximo 11 de agosto podemos celebrar los dos años de la orden del kraken y los dos años en que empezó su etapa feliz a mi lado

y muchas cosas más menos importantes





Con amor, Lulú.