¿Cuándo algo (un libro, cuadro, disco, película, etc) se transforma en un clásico? Pienso que cuando se transforma en materia ineludible sobre una(s) cuestión(es) especifica(s). Por ejemplo: ¿cómo hablar de las batallas silenciosas que se libran a cada momento en la naturaleza sin mencionar “El origen de las especies” o de la alienación del hombre moderno ante la gran maquinaria a la que esta sujeto sin citar alguna obra de Kafka o de la psicodelia y el consumo de estupefacientes de los sesenta sin nombrar “The Piper at the Gates of Dawn” de Pink Floyd? Entonces: ¿cómo hablar del amor y del discurso amoroso en el futuro sin mencionar aunque sea brevemente a Roland Barthes y este libro? Imposible. No por que RB lo haya dicho todo (ese “todo” es imposible de imaginar, pero si lo fuera, todo puede ser dicho nuevamente en originales y variadas maneras) sino porque la forma en como esta construido el texto sienta un referente, establece de alguna manera un landmark al que siempre de una forma u otra vamos a terminar recayendo.
Roland Barthes además de un gran teórico y escritor (su técnica del fragmento recién ahora ha comenzado a ser explotada -hipotétizo que le hubiera gustado twitter) fue sobre todo un excelente observador de los signos cotidianos que nos rodean. Una fotografía, un bife con papas o, como en este caso, el amor. Toda su vida fue una constante dedicación a analizar cada elemento al detalle, diseccionando con rigor de entomólogo cada figura para ver de que estaban hechas, buceando en las profundidades mitológicas que las significaban para entenderlas mejor.
En “Fragmentos de un discurso amoroso” RB va desde el análisis frío y distante a la propia experiencia. Recuperando discursos de la psicología, de la lingüística, de la filosofía (tanto occidental y oriental) y del arte (literatura sobre todo) que permitan comprender y darle forma a eso sentimientos que el enamorado cree únicos y personales pero que vistos a partir de este nuevo prisma se presentan indefectiblemente como universales. Aunque cada enamorado se cree especial y cree que su amor es único, nos dice RB, en el fondo todas las historias se tejen con la misma trama.
A pesar de ser un libro disfrutable, “Fragmentos…” no es uno de esos textos que permiten o incitan a ser leídos de una o pocas sentadas, de hecho es todo lo contrario: es imposible leerlo sin, como decía el propio RB en “El placer del texto”, levantar la cabeza del libro para rememorar o darle forma a aquello de lo que se habla. Es difícil salir indemne de él porque inevitablemente el libro trabaja con figuras que tienden a la identificación, al “esto a mi me paso”.
Por eso rescato su valentía al hacer un libro así. Blanqueémoslo: para un académico, y más aún para uno del renombre de él, hablar de “El amor” es básicamente un quemo. Lo dice él en su prólogo y lo decía yo cuando hablaba del libro de Alan Pauls: cómo hablar del amor sin caer en el patetismo, la cursilería o el cinismo? Es interesante sobre este aspecto notar el enroque conceptual que se ha producido: durante mucho tiempo (sin duda por la influencia cristiana de occidente) el sexo fue considerado tabú. Hoy en día el sexo, aunque sea en su variante más ligera, ha sido naturalizado: hace cuarenta años ver una teta en el cine era un acontecimiento (en el sentido de Badiou ponele), actualmente no sorprende que para vender un yogurt se ponga una mujer en bolas. En su lugar el discurso amoroso, antes recurrente, ha pasado a la clandestinidad, a la intimidad del amante. Sin duda como sostiene RB este es un discurso “hablado por miles de personas, pero al que nadie sostiene; está completamente abandonado por los lenguajes circundantes”.
A propósito y para entender más esto último:
Tal vez lo único que le reprocharía a Barthes es haber hecho un libro excesivamente melancólico. Estar enamorado por sobre todas las cosas es acceder un nivel de felicidad que nos saca del estatismo, de la monotonía de la que estábamos insertos. Un amigo acertadamente me dijo una vez que el mejor remedio para evitar el desgano y la falta de interés que ciertas tareas generan (ir a la facultad, el trabajo, etc) es encontrar una mujer de la cual enamorarse. Supe exactamente que quería decir: estar enamorado (en el más laxo e informal sentido de la palabra, es decir sin importar, no ya la respuesta positiva del amado, sino si el otro sabe siquiera de nuestra existencia) te da una razón para despertar cada mañana, para realizar tareas que en el fondo no querías hacer, para tratar de dejar de ser el despojo de persona al que estabas acostumbrado. El amor (o el deseo) como un motor para sobrellevar dignamente esta rutinaria y mediocre existencia2. El amor como generador de sentido.
Tal vez Barthes no era lo suficientemente loser para captar eso.
1: www.uv.mx/sociogenesis/n2/articulos/Fernandez_amor_zizek.pdf
2:“Lo único que nos empuja hasta al final, a pesar de la gran catástrofe que nos invade, es el amor” dijo mi filosofo lacaniano esloveno favorito.
Roland Barthes además de un gran teórico y escritor (su técnica del fragmento recién ahora ha comenzado a ser explotada -hipotétizo que le hubiera gustado twitter) fue sobre todo un excelente observador de los signos cotidianos que nos rodean. Una fotografía, un bife con papas o, como en este caso, el amor. Toda su vida fue una constante dedicación a analizar cada elemento al detalle, diseccionando con rigor de entomólogo cada figura para ver de que estaban hechas, buceando en las profundidades mitológicas que las significaban para entenderlas mejor.
En “Fragmentos de un discurso amoroso” RB va desde el análisis frío y distante a la propia experiencia. Recuperando discursos de la psicología, de la lingüística, de la filosofía (tanto occidental y oriental) y del arte (literatura sobre todo) que permitan comprender y darle forma a eso sentimientos que el enamorado cree únicos y personales pero que vistos a partir de este nuevo prisma se presentan indefectiblemente como universales. Aunque cada enamorado se cree especial y cree que su amor es único, nos dice RB, en el fondo todas las historias se tejen con la misma trama.
A pesar de ser un libro disfrutable, “Fragmentos…” no es uno de esos textos que permiten o incitan a ser leídos de una o pocas sentadas, de hecho es todo lo contrario: es imposible leerlo sin, como decía el propio RB en “El placer del texto”, levantar la cabeza del libro para rememorar o darle forma a aquello de lo que se habla. Es difícil salir indemne de él porque inevitablemente el libro trabaja con figuras que tienden a la identificación, al “esto a mi me paso”.
Por eso rescato su valentía al hacer un libro así. Blanqueémoslo: para un académico, y más aún para uno del renombre de él, hablar de “El amor” es básicamente un quemo. Lo dice él en su prólogo y lo decía yo cuando hablaba del libro de Alan Pauls: cómo hablar del amor sin caer en el patetismo, la cursilería o el cinismo? Es interesante sobre este aspecto notar el enroque conceptual que se ha producido: durante mucho tiempo (sin duda por la influencia cristiana de occidente) el sexo fue considerado tabú. Hoy en día el sexo, aunque sea en su variante más ligera, ha sido naturalizado: hace cuarenta años ver una teta en el cine era un acontecimiento (en el sentido de Badiou ponele), actualmente no sorprende que para vender un yogurt se ponga una mujer en bolas. En su lugar el discurso amoroso, antes recurrente, ha pasado a la clandestinidad, a la intimidad del amante. Sin duda como sostiene RB este es un discurso “hablado por miles de personas, pero al que nadie sostiene; está completamente abandonado por los lenguajes circundantes”.
A propósito y para entender más esto último:
“En una conferencia en torno a la pregunta ¿Quién cree hoy?, Žižek comentó que se debe abandonar la idea de que vivimos en una época cínica en la que nadie cree nada, en comparación con la antigüedad, pues hoy se da más la recurrencia de la distancia retórica (esto Žižek lo toma como una argumentación deconstruccionista). Incluso el amor atraviesa también por esta distancia. Decir “te amo” tiene que ser mediado y distanciado —recurrir a una cita poética, por ejemplo— para que diga lo que nosotros no decimos por miedo a que signifique demasiado. La pregunta subsecuente de Žižek es ¿por qué el miedo a decirlo?”1Eso es, básicamente, lo que responde Roland Barthes en este libro.
Tal vez lo único que le reprocharía a Barthes es haber hecho un libro excesivamente melancólico. Estar enamorado por sobre todas las cosas es acceder un nivel de felicidad que nos saca del estatismo, de la monotonía de la que estábamos insertos. Un amigo acertadamente me dijo una vez que el mejor remedio para evitar el desgano y la falta de interés que ciertas tareas generan (ir a la facultad, el trabajo, etc) es encontrar una mujer de la cual enamorarse. Supe exactamente que quería decir: estar enamorado (en el más laxo e informal sentido de la palabra, es decir sin importar, no ya la respuesta positiva del amado, sino si el otro sabe siquiera de nuestra existencia) te da una razón para despertar cada mañana, para realizar tareas que en el fondo no querías hacer, para tratar de dejar de ser el despojo de persona al que estabas acostumbrado. El amor (o el deseo) como un motor para sobrellevar dignamente esta rutinaria y mediocre existencia2. El amor como generador de sentido.
Tal vez Barthes no era lo suficientemente loser para captar eso.
1: www.uv.mx/sociogenesis/n2/articulos/Fernandez_amor_zizek.pdf
2:“Lo único que nos empuja hasta al final, a pesar de la gran catástrofe que nos invade, es el amor” dijo mi filosofo lacaniano esloveno favorito.
No se si será por el hecho de que hace dos días no hago otra cosa que leer a Barthes pero voy a darle a este post cinco estrellas. Sin duda ésta es una de tus mejores publicaciones BG y -además- una de las mejores del Blog. Confiezo que no lo leí, pero me lo vendiste de una manera que el 23 de febrero, cuando me toque renovar los libros en la Biblioteca, va hacer el primero que saque ( o se lo voy a pedir a Jimena ja!)
ResponderEliminarSaludos Kraken. Le hacía falta al blog una lectura personal como ésta.
Qué bueno que el kraken esté enamorado de mí entonces.
ResponderEliminarMe hubiera gustado que amplíes más sobre el libro y menos sobre lo genial que era RB.
ResponderEliminarMe hubiera gustado que hagas un post entero al amor, en fin. El amor, un fragmento.
Nosé qué quiere decir Emi con que hiciste una "lectura personal", acá no hay nada loco, con todo respeto. No podría decir que esto lo escribís vos y eso te diferencia de la lectura que hicieron todos los que leyeron Fragmentos..
Esto pretende ser alentador.
Te quiero
y hace tiempo
y frío
Cómo uso el condicional, eh?
ResponderEliminarSeguro que eso me hace más atractiva, eh?
Eh?
ResponderEliminarPara mí que Roland Barthes estaba enamorado de su gato (felino,digo)
ResponderEliminarSeñorita objeto (y después se quejan de que las tratemos como mujeres-objeto): RB se merece que lo adulemos cuanto podamos mientras estemos vivos. Está muerto y la única manera de amarlo es adularlo. No, ya sé, no es la única, pero así somos felices, ¡qué tanto!
ResponderEliminarSi este te parece melancólico, con el "Diario del duelo" vas a tener que inventar otra palabra.
En fin, no puedo pensar en este momento, estoy usando las neuronas que me quedan para mantenerme despierto.
¡Ampliaremos!
Objeto de deseo: no lo tomo como una ofensa porque pienso basicamente lo mismo. Esto es solo un intento de poner en palabras cuanto me gusto y algunas consideraciones extras relacionadas al libro, no mucho más, es una reseña no un análisis minucioso. Ese es también uno de los problemas de los clásicos: ya está todo casi dicho; si tuviera un genial y maravillo nuevo enfoque sobre el libro haría una tesis no una entrada de blog.
ResponderEliminarAdijo (adiós en esloveno)
Me satisfizo la respuesta.
ResponderEliminarQué bien uso la conjugación. Eso me hace más atractiva, eh?
¿che solo yo me doy cuenta que es la Abi?
ResponderEliminar¿o ustedes saben y hay que seguirle el juego porque está mal porqué ayer no tuvo un buen día culpa de los K?
Lo intuyo pero no puedo asegurarlo. Puede haber otras locas sueltas por la web.
ResponderEliminarSe me paso: agradezco de todos modos al Emi, que si él cree que es una lectura personal yo lo re banco. Además por el solo hecho de que lo haya motivado a querer leer el libro ya me siento realizado.
ResponderEliminarSe nota a la legua que Emi se motiva hasta con salir a Van Gogh
ResponderEliminarSorry
Muy bueno el Blog.
ResponderEliminarThe Barthe's Best Seller: clásica medicina para la catástrofe amorosa. La publicación del kraken es lo suficientemente loser como para "asumir ese error e ir hasta el final". Un fragmento más:
http://www.youtube.com/watch?v=AjGQD6jUiq4
Interesante post, la verdad que nunca me llamó la atención ese libro...
ResponderEliminarPero no puedo evitar comentarte que justo en estos días estoy con lo que dice en una entrevista mi pensador adorado del momento, el genial Leonardo Favio (en un libro HERMOSO que está en Cineclub): no hace falta hablar del amor, simplemente, se ama. Fáaaa!!!